Hay estudios como el publicado por Psychological Bulletin de los Estados Unidos, que desmitifica el hecho de que el empleo de Sexo o violencia en las pautas publicitarias logra aumentar las ventas. Se dice que el espectador recuerda las escenas de violencia o sexuales en bruto, sin ligarlos al producto y por ende sin el impacto del marketing.
Se argumenta que la atención se centra en el aspecto básico de las imágenes sexuales o bien el reflejo de supervivencia ante la violencia, y no se pone atención al producto. Los hombres tienden más a reflejar este tipo de pensamiento y no captan necesariamente la publicidad, las mujeres por el contrario son más reactivas ante este tipo de publicidad y pueden captar mejor el marketing.
Por otra parte, están los defensores de la vieja práctica de ligar a un producto con aspectos sexuales, para captar la atención, a veces se realiza de manera sutil y en otras cae en lo burdo. Pero es innegable que vincular sexo con alguna marca, hará que se recuerde mejor que otras por parte de los consumidores.
Sin embargo no hay que abusar, pues demasiada sensualidad puede ser contraproducente y en ocasiones puede abrumar, o crear una imagen distorsionada del producto o bien ser duramente criticados por un enfoque sexista o denigrante.
Y nosotros también nos preguntamos ¿qué tienen que ver las hamburguesas de alto contenido calórico de Carls’ Jr. con las modelos de los anuncios?